El director de cine Cristian Mungiu llevó a la pantalla grande -hace ya varios años atrás- una comedia que retrataba la vida común y corriente de los rumanos bajo la dictadura comunista de Nicolae Ceausescu, el título era “Historias de la edad de oro”.
El régimen de Ceausescu se extendió entre 1967 y 1989. Su fin se produjo luego de una serie de protestas iniciadas a mediados de diciembre de dicho año, las cuales culminaron con un juicio sumario al dictador comunista y su esposa, cuya sentencia fue la pena de muerte, que se materializó el 25 de diciembre de 1989.
Los rumanos aplicaron bastante bien el derecho de rebelión desarrollado por los pensadores medievales europeos. En dicho momento convulsionado de toda la europa post-comunista incluso fueron un ejemplo para ciudadanos de otros países. Un reportaje del programa Informe Especial de TVN en 1990 da cuenta cómo los rusos pedían la “variante rumana” para sus políticos, es decir, juicios y pena de muerte para los líderes comunistas.
Bucarest, la capital de Rumanía, tiene varios hitos que recuerdan a aquellos valerosos ciudadanos que se enfrentaron al régimen comunista, uno de ellos es la Plaza de la Revolución, lugar en que varios centenares de rumanos fueron asesinados por las fuerzas de represión comunista durante las protestas de diciembre de 1989. Ubicada frente al actual edificio del Ministerio del Interior, el espacio es un memorial también de las víctimas del comunismo.
Un punto similar de recuerdo a las víctimas del comunismo se encuentra a la salida de la estación de metro Universitate, donde se recuerdan, además, aquellos que lucharon con posterioridad a la caída del régimen totalitario, momento en que la elite aún comunista buscaba renovarse y hacerse nuevamente con el poder en Rumanía. Ahí está el hito del “kilómetro cero de la libertad y democracia”, un lugar para manifestar que la sociedad rumana así como de deshizo del comunismo de Ceaucescu, también se opuso al neo comunismo.
Un tercer imperdible en Bucarest es la casa museo de los Ceausescu. Los rumanos han mantenido intacta la mansión donde vivió el político comunista. El comunismo, el socialismo real como le llamaron en época de la Guerra Fría, se configuraba de esa forma, los gobernantes con los mejores lugares para vivir y vacacionar mientras la ciudadanía sufría de la tiranía. ¿Le suena conocido?
El guía de la casa tenía una pizca de sarcasmo e ironía cuando explicaba las características de las distintas habitaciones contempladas en el recorrido turístico del lugar, un sentido del humor que me recordó a la guía del Museo de la KGB, ubicado en el 23° piso del actual hotel Viru en Tallinn, Estonia.
Bucarest tiene todo dispuesto para aprender de la historia del comunismo en Europa, de la represión y de la vida de miseria que sufrieron sus habitantes. Pero claro, a veces no es necesario viajar tan lejos para ver cómo se vive en regímenes que coartan la libertad, quizás a usted solo le baste caminar por las calles o prender la tv.