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Moldavia: A medio camino entre el pasado de la URSS y la Unión Europea

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Una vez caído el Muro de Berlín la élite occidental enarboló las banderas del triunfo definitivo de la libertad sobre el socialismo real europeo. Pero como suele pasar con los intelectuales y líderes de opinión que solo ven lo que quieren ver y no son capaces de mayores análisis y revisiones, en realidad quedaba mucho por avanzar en Europa. Estaba la Yugoslavia, esa entelequia creada a finales de la primera guerra mundial y, más aún, nadie miró a un pequeño país entre Rumanía y Ucrania: Moldavia.

La historia de Moldavia es compleja. Como en gran parte de Europa, marcada por guerras, revoluciones y ansias de libertad. El país fue anexionado por la Rusia soviética a mediados del siglo pasado formando parte de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas y recuperó su libertad en 1991. Desde entonces se ha debatido en una encrucijada intensificada en el último tiempo: Mirar hacia el occidente liberal y unirse a la Unión Europea o continuar bajo la sombra, ahora, del régimen autoritario ruso. 

Esa indefinición, sumada a aspectos institucionales que son determinantes para el progreso de los países, ha impactado en el desarrollo económico de esta república europea. A modo de ejemplo, el PIB per cápita de Moldavia es de US$5.314 (a precios actuales), similar al de Paraguay (US$5.400).

El pueblo moldavo no estuvo ajeno a la política de represión que el régimen ruso-soviético aplicó durante gran parte del siglo XX. Sin embargo, a diferencia de otros países del este de Europa, hay muy pocos hitos, memoriales o museos que recuerden el período de crimen, hambre y terror sufrido por sus habitantes.

En Chisinau, la capital del país, el Museo de la Historia Nacional de Moldavia, emplazado en la calle 31 de Agosto de 1989, tiene una muestra permanente en una sala subterránea donde se agrupan algunos objetos, cartas, fotografías y ropas de los moldavos que sufrieron las deportaciones organizadas por el comunismo ruso-soviético. Otro punto a destacar es el memorial que se ubica justo al frente de la estación de trenes de la ciudad, el que recuerda a las víctimas de la represión.

De igual forma, está el compromiso del Estado moldavo para erigir un monumento a las víctimas del comunismo frente al edificio Casa de Gobierno, en la Gran Plaza de la Asamblea Nacional, en pleno centro de la capital. 

Moldavia está buscando un camino para el progreso de sus ciudadanos. El desafío no es menor, porque si bien es cierto en el mapa se ve que está a más de 1.300km de Moscú, el asunto de fondo es que la influencia del régimen ruso está más cerca, en su propio territorio: en Transnistria. En la próxima columna les cuento de mi viaje a ese país que no existe.

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Administrador Público. Magíster en Comunicación Política. Autor del libro «La Constitución Liberal de Guzmán. Chile 1973-1980». Coautor del libro «Lo vimos venir». Cofundador del think tank Ciudadano Austral.

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